Deja que el invierno pase,
que la escarcha se derrita,
que la nieve ya no caiga
y te deje triste y fría.
Que tu aliento no se hiele,
ni tampoco tu sonrisa,
ni tus labios escarlata
ni tu mirada de niña.
Huye del invierno blanco
que ha pintado la campiña,
vente a mi casa, conmigo,
si te sientes aterida.
No quiero cortar tus alas
sólo proteger tu vida,
que en mi cocina de leña
está la lumbre encendida.
Ya no pasarás más frío,
aunque domine la niebla,
que mi hogar, será tu hogar,
mientras tu quieras, mi reina.
Pero si tu libertad
pesa más que mi avenencia,
no tengas prisas y espera,
que llegue la primavera.
Abre tus alas si quieres,
vuela por donde tú quieras,
que ya el frío del invierno
no impedirá tu carrera.
Busca tu amor por los campos
por los pueblos y las aldeas,
y, si oculto, no lo encuentras
vuelve a mi casa, princesa.
jueves, 31 de enero de 2013
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