domingo, 13 de marzo de 2011

El vendaval

A veces siento en mi vida
huracanes que sacuden
las raíces que se agarran
a la tierra que las nutren,

crujen, y alguna se parte
cuando la lluvia se hunde,
arrastrando monte abajo
la argamasa que las une.

Como mariposas locas,
las hojas desde la cumbre
bajan arremolinadas
y en el barranco se hunden.

Esqueleto de cien brazos
golpea el viento, que le infunde
bravura y furia  a sus lanzas
que entre ellas se destruyen.

Las copas de los gigantes
silvan un canto muy lúgubre,
estrofas desafinadas
que los instrumentos unen.

Nubes de polvo y arena
llegan hasta la alta cumbre
fundiéndose en un abrazo
con el resto de las nubes.

Ya ha pasado el vendaval,
la paz retorna a los bosques,
sentimientos de tristeza
ha dejado entre los árboles.