viernes, 11 de marzo de 2011

Pataleta independentista

Hoy nos ha tocado escuchar la pataleta independentista de un alcalde que no ha podido mangonear votos de canarios que llevan años y años ausentes de las islas, porque la ley ha salido al paso de esta forma tan poco ética de comprar voluntades. No es el primer caso de politiquillos que, cuando no le salen las cuentas de sus pretensiones de poder, amenazan con el independentismo , como si ellos tuvieran el poder de hacer y deshacer en el archipiélago, como lo hacen en su pequeño reino de taifas. Se comportan como niños.

 Hay otros casos, en que la recurrencia a esta amenza no es sino una cortina de humo para tapar asuntos no muy claros, de todo se valen estos personajillos para desviar la atención del pueblo y que mire para otro lado ante los graves problemas que le aqueja y su inificacia para resolverlos.

Existen minorías que han debido de suspender siempre el examen de historia y se han inventado la suya propia. Cuánta falsedad en los hechos, qué manipulación más descarada. Estos manipuladores de la historia tendrían que hacer un estudio de su propia genealogía y constatar de dónde proceden. Para ellos los guanches debieron nacer de las entrañas de volcán. Pero sus apellidos y sus antecesores, ¿pueden afirmar que son guanches?.....¿No serán descendientes de los " malvados conquistadores" que hace siglos masacraron a los anteriores pobladores isleños? O es que reniegan de sus antepasados, mal asunto si es así.

Ya esta bien de racismos y exclusivismos, la tierra de una persona no es el lugar de nacimiento, es donde vive, trabaja y contribuye a la prosperidad de ese lugar.

No se puede estar viviendo en pleno siglo XXI de recuerdos que a nada nos conducen. Canarias y su población, es, como la inmensa mayoría de los pueblos actuales, una mezcla de pueblos y razas, ésta es la realidad y déjennos de calentarnos la cabeza. Nadie se puede arrogar el derecho único de canariedad, esto es una tontería propia de aquellos que, ante la carencia de otros valores, quieren llamar la atención tocando la fibra de un patriotismo mal entendido.