lunes, 25 de abril de 2011

El capirote

Cuando me siento en mi mesa
y el ordenador tecleo,
me llegan por la ventana
unos alegres gorjeos.

Saltando de rama en rama,
un capirote yo observo
en el níspero frondoso
que crece verde en mi huerto.

Me recibe con su canto,
con su matinal concierto,
y a mi me encanta mirarlo
con los cristales abiertos.

Esta diana sonora
de nítidos trinos bellos
acaba por despertarme,
comenzando otro día nuevo.

Todo es vida en mi jardín,
el sol alumbra los brezos
y los pájaros se bañan
en el agua de los tiestos.

Se secan sobre las ramas
de mi verde nisperero
aseando su plumaje
con su baño mañanero.

Al capirote no agrada
la visita de extranjeros,
pues marca su territorio
con sus alas por el suelo.

Se incomoda si su canto
interrumpen los jilgueros,
y emite "tecks" de protesta
para que emprendan el vuelo.

Dueño y señor de mi árbol,
coronado reyezuelo,
cantor de mi soledad,
de mi alegría, pregonero.