domingo, 11 de abril de 2010

Amor

Que grande equivocación
creer lo que yo no creo,
decir que el amor se pierde
con el trascurso del tiempo.

El tiempo no mata amores,
los amores son eternos,
si unos mueren en el nido,
pronto nacen los polluelos.

No equivoques el amor
con egoistas anhelos,
porque el amor siempre es libre,
dádiva de sentimientos.

El amor no lo producen
rostros bonitos o feos,
el amor nace en el alma
aunque aparezca en los cuerpos.

El amor es savia viva
que trasciende al pensamiento,
que trasforma y vigoriza
a la persona en el tiempo.

El amor nunca acompaña
ni a riqueza ni a dinero,
son caretas que disfrazan
la ausencia de sentimientos.

Nunca se mata el amor
ni con armas ni con fuego,
cuando llega esta locura
el amor ya no está dentro.

El amor no es un contrato
que amarre este sentimiento,
pues no admite ligaduras
el espíritu perfecto.

El amor es mariposa
de bellísimos ocelos
que se posa donde quiere
atraida por los pétalos.

No exige nada el amor
todo lo da, con contento,
aunque no reciba a cambio
recompensa ni consuelo.

Perdido en el bosque

Hoy me he perdido en el bosque
embelesado y gozando
del canto del ruiseñor,
del jilguero y del canario.

Mirando de rama en rama
los colores de los pájaros,
buscando donde se posan
y a donde llegan volando.

Un ruiseñor me cautiva
y me atrae con su bel canto,
yo le sigo a donde va
en la cumbre, y por atajos.

Me he perdido entre los pinos,
sólo veo el monte cercano,
pero disfruto al estar
a las aves escuchando.

Rompe el silencio un jilguero,
con sus trinos llena el campo,
y yo quedo, y en silencio,
permanezco por un rato.

Camino en el monte agreste
sólo me orientan los cantos,
y los musgos de los pinos
el norte me va indicando.

Un pinzón come semillas
posado en un altozano,
hace dúo con un canario
que gorjea desesperado.

Las tórtolas me interrumpen
con su timbre nada claro,
y el arrullo con que buscan
la compañía de su macho.

Ha terminado el concierto,
la tarde se va nublando,
recoge su manto el sol,
sus nidos buscan los pájaros.

Ha sido un sueño vivido
con lucidez, nada raro,
sin caminos ni veredas,
libertad para mis pasos.

Las niñas de mi estudio.

Cuatro niñas me acompañan
pendientes en sendos cuadros,
las paredes de mi estudio
adornan con sus encantos.

Todas son muy recatadas,
ninguna tiene el descaro
de mirarme con fijeza,
sus ojos son entornados.

Hay dos niñitas preciosas
con dos perros rubio-blancos,
la primera está sentada
teniendo pan en sus manos.

La segunda enamorada
de su cachorro, en un banco,
abraza, tierna, a su amigo
al que rodea con sus brazos.

Cierra los ojos dormida
con el calor de su amado,
y su carita de rosa
brilla como un bello nardo.

Las otras son dos princesas,
mujercitas con encanto,
sus melenas riza el viento,
sus ojos roban, mirando.

Un canastillo de fruta
ofrece, con bellas manos,
sentada en un taburete,
va mil gracias derramando.

La segunda jovencita,
con atrevido recato,
nos muestra sus lindos pechos
que apuntan ya, con sus años.

Pero su cara morena
y sus labios sonrojados,
su linda melena larga,
forman un lindo retrato.

Por eso nadie me saca
de mi estudio, en donde paso
muchas horas de mi día,
escribiendo, acompañado.