Cuatro niñas me acompañan
pendientes en sendos cuadros,
las paredes de mi estudio
adornan con sus encantos.
Todas son muy recatadas,
ninguna tiene el descaro
de mirarme con fijeza,
sus ojos son entornados.
Hay dos niñitas preciosas
con dos perros rubio-blancos,
la primera está sentada
teniendo pan en sus manos.
La segunda enamorada
de su cachorro, en un banco,
abraza, tierna, a su amigo
al que rodea con sus brazos.
Cierra los ojos dormida
con el calor de su amado,
y su carita de rosa
brilla como un bello nardo.
Las otras son dos princesas,
mujercitas con encanto,
sus melenas riza el viento,
sus ojos roban, mirando.
Un canastillo de fruta
ofrece, con bellas manos,
sentada en un taburete,
va mil gracias derramando.
La segunda jovencita,
con atrevido recato,
nos muestra sus lindos pechos
que apuntan ya, con sus años.
Pero su cara morena
y sus labios sonrojados,
su linda melena larga,
forman un lindo retrato.
Por eso nadie me saca
de mi estudio, en donde paso
muchas horas de mi día,
escribiendo, acompañado.
domingo, 11 de abril de 2010
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