lunes, 6 de septiembre de 2010

Salir de las islas.-P-

A los isleños nos viene muy bien salir, de vez en cuando, de este territorio tan reducido, respirar nuevos aires y llenar nuestra retina de nuevas imágenes, que dilaten el horizonte de nuestro espíritu comprimido. Ver nuevas gentes, nuevos pueblos, observar cómo se hacen las cosas de otra manera y aprender a valorar las cosas que nos faltan, pero también apreciar las que tenemos, cuando en una serena comparación, deducimos que también tenemos cosas que hacemos bien.

Las comparaciones no deben engendrar pesimismos, infravaloraciones, ni engreimientos, sino valoraciones positivas de todo lo bueno, bello y diferente que podemos contemplar, y por tanto gozar, de alguna manera. La capacidad de goce está en razón directa de la cultura que tengamos y de la sensibilidad que adorne nuestra personalidad. Un bello edificio, una catedral, un cuadro, un prado, un río.......llenan unos instantes de felicidad, y tonifican nuestro espíritu, renovando las ganas de vivir en un estado de contemplación de la belleza y de la grandeza. Cuando veo una de estas hermosas y grandiosas obras, me siento satisfecho de pertenecer a esta humanidad que ha sido capaz de producir tales maravillas.

Los polders de Holanda, la catedral de Colonia, la torre Eifel, la obras del museo de Louvre, el palacio de Versalles, el crucero por el río Rhin, la navegación por el Sena y por los canales de Amsterdam, la gran plaza de Bruselas......... no sólo se han quedado plasmadas en mi cámara fotográfica sino, sobre todo, en mi mente y en mi memoria.

La humanidad tenemos muchísimos más motivos que nos unen que fronteras que nos separan.