miércoles, 12 de agosto de 2009

A la niñez

A mis nietos Sergio y Pablo



Qué bonita es la inocencia
con su carita de rosa,
con sus ojitos brillantes
y su mirada armoniosa.

Sus juegos y correteos,
su media lengua graciosa,
con sus voces cantarinas,
y sus caricias mimosas.

Sus espontáneas preguntas,
sin malicia ni doblez
están llenas de fraqueza,
buscando ciencia y saber.

Desbordan paz y alegría,
ellos viven otra vida
sin tantas complicaciones
ni problemas ni movida.

Su vida es tan natural,
pura, no contaminada,
contagiadora y radiante,
que te pide ser amada.


Nunca jamás mira atrás,
sus caminos son futuro,
los recorre sin pensar
que llegara a ser adulto.


No tiene limitaciones,
nunca piensa en las fronteras,
aire puro brisa clara,
solo vive primarevas.


Lástima que la niñez
no dure muchos más años
lo bonito pronto acaba
y empiezan los desengaños















Juicios superficiales, encasillamiento

Somos muy dados a criticarlo todo, con o sin conocimiento de causa, y muchas veces con una falta total de información, máxime si el personaje o institución criticada no es santo de nuestra devoción.

Esta vez voy a romper una lanza en favor de los políticos. Hay políticos que lo hacen lo mejor que pueden, con honradez y trabajo, obteniendo grandes logros para sus gobernados. Pero claro, el hombre no es perfecto y también comete errores, aunque si los comparamos con los logros, sean de menor importancia. Pues bien, hay gente que solo se fija en estos errores y no en la gran cantidad de cosas bien hechas, y lo peor del caso es que por esto lo catalogan y lo encasillan en el grupo de ineptos, aprovechados, dictadores..etc...etc.

Para juzgar a una persona o cargo, hay que hacerlo íntegramente, por toda su labor desarrollada, hay que colocar en la balanza lo positivo y lo negativo y esperar a qué lado se desequilibra ésta.

Lo que suele suceder, sobre todo entre la casa política, que en primer lugar se mueve por el poder, es que al adversario hay que difamarlo, a ver si podemos engañar al electorado y restarle votos. Los más odiados por los adversarios no son los ineptos y los que hacen las cosas mal, sino todo lo contrario, aquellos que hacen las cosas bien, y que por tanto los ciudadanos los premiarían con su voto, a éstos hay que atacarles, aunque sea por una nimiedad, hay que desprestigiarlos y quitarles el carisma y el buen nombre que tienen entre los ciudadanos.

Los que hemos vivido media vida bajo una dictadura y anhelábamos una democracia, hoy sufrimos una gran decepción, esto no es lo que habíamos soñado. Pero lo peor de todo es que dictadura no queremos, pero lo que tenemos ahora tampoco.