Los feriantes han llegado
a la calle de la feria,
sus carromatos descargan
ocupando las aceras.
Montan,con mucho cuidado
y no menos diligencia,
sus tiendas de lona lisa
sostenida por maderas.
Colocan con gran cuidado
juguetes en la trastienda,
y caballos de cartón
distribuyen en las mesas.
Los ojos del niño miran
el caballito de feria,
movido por cuatro ruedas
sobre base de madera.
Rompe su alcancía de barro
y tiene cinco pesetas,
sólo faltan dos reales
para comprar al que rueda.
El feriante le insinúa
que falta media peseta,
y el niño, triste, le mira,
con carita de gran pena.
Pensativo, meditando
solución para que pueda
conseguir su caballito,
al buen feriante le espeta:
Buen señor, deme el caballo
sólo por cinco pesetas,
por los reales que faltan
quédese Vd. con las ruedas.
El feriante enternecido,
al apreciar la inocencia
del niñito que le implora,
le da el caballo de feria.
Rebosante de alegría,
tirando de él, de una cuerda,
por la calles lo desliza
con sus ruedas de madera.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)