Cuantos registros guardamos
teñidos de sentimientos,
nuestra mente es como un órgano
sensible, dulce, colérico,
que expresa con armonía
amor, dulzura, contento,
que te subliman ingrávido
y te elevan a los cielos.
Pero también te confunden
sónidos graves, tremendos,
que te aturden y te agitan
como el furor de los truenos.
Así en la vida del hombre,
así son los sentimientos,
nacidos de un mismo árbol
pero en dos mundos diversos.
El mundo de la ilusión,
de los buenos sentimientos,
del amor y del cariño
y de los buenos deseos.
El mundo de la bondad
del altruismo sincero,
de compartir con los otros
alegrías y defectos.
Pero la medalla tiene
otra cara en el reverso,
la ambición y el egoismo,
la explotación de los pueblos.
La mentira camuflada,
el abuso del pequeño,
la violencia engendradora
de odios y menosprecios.
Estos registros guardamos
en nuestra alma, en secreto,
que suenen los generosos
y no afloren los perversos.
lunes, 4 de abril de 2011
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