jueves, 9 de septiembre de 2010

Lobo de mar

Curtido por mil borrascas,
luchador de cuerpo entero,
cetrino tiñe su rostro
requemado por los vientos.

El sol dora sus facciones
con alfileres de fuego,
bordando una piel morena,
envidia de un bello efebo.

El huracán le combate,
enfurecido y muy recio,
y con furia desbordada
amenaza su velero.

Sorteando el oleaje,
burlando al mar, entre quiebros,
con su quilla va salvando
los embates del galerno.

No le arredran los peligros
de los mares traicioneros,
es capitán y vigía
de su barco marinero.

Ha bajado a los abismos,
en noches negras, de infierno,
combatiendo por su vida
como el titán de los cuentos.

Ha sufrido mil embates
de piratas bucaneros,
con las alas de sus velas
volaba a los cuatro vientos.

Ha surcado victorioso
los mares y los océanos,
caballero de la mar
visitante de mil puertos.

No se halla en tierra firme,
su vivir es marinero,
horizontes despejados
contemplan sus ojos negros.

Su casa flota en la mar,
su hotel, su barco velero,
cuando no soplen los vientos
anclado estará en el puerto.

Espíritu inquieto

No me bastan las ideas
ni copiados pensamientos,
escudriño sin cesar
el laberinto del tiempo.

No me siento a meditar
hechos pasados, no puedo,
mi inquietud siempre me lanza
en busca de retos nuevos.

No me preocupa el pasado,
me encanta lo venidero,
las sorpresas que nos da
el devenir de los tiempos.

Dejo correr, sin frenar,
los más diversos deseos,
que remonten sin parar
sus más alocados vuelos.

Que reine la fantasía
en el jardín de los cuentos,
que la vida cuento es,
pero sin final contento.

Los campos de margaritas
son girasoles pequeños,
bonsais que se olvidaron
de crecer más, con el tiempo.

Yo quiero ver de otro modo,
interpretar sentimientos
sin patrones ajustados
con objetivos numéricos.

Los caminos ya trazados,
siempre los encuentro viejos,
mi espíritu quiere volar,
trazar camino en los cielos.