viernes, 9 de julio de 2010

En una democracia, no hay privilegios.-P-

En esta democracia que estamos construyendo unos, y destruyendo otros, hay políticos que no saben cómo disfrazar su ambición de mando, tratando de camuflarlo bajo la apariencia de nacionalismos excluyentes, para llegar a "minidictaduras" radicalistas sin más ley ni norma que su propia voluntad.

Si hay que falsear la historia, se falsea, si hay que cambiar los colores del mapa se cambian, si hay que privar, de los derechos más elementales , a los ciudadanos, se les priva, todo es sacrificable para que un puñado de políticos indeseables y egoistas, en nombre de qué entelequías, que nunca existieron, lleguen a hacerse con un poder absoluto, del que no tengan que dar cuenta a nadie y crear su "demodictadura".

Con esta clase de gente, no se puede ser débiles, ni concederles nada que no esté en la constitución, que no aceptan ni respetan, y que por supuesto, no se les conceda a todos los demás. En una democracia, no hay ni privilegios, ni fueros, solamente la ley que trata a todos por igual. En este aspecto se ha sido muy blandos, por parte de los gobiernos de la nación, y muy conformistas, por parte del resto de las comunidades autónomas, que debían haber exigido el mismo trato para todas.

No sé de dónde se habrán sacado aquello de " comunidades históricas" como pretexto para obtener privilegios en su provecho. ¿Qué comunidad no es histórica?.-Todas, con un pasado más o menos brillante, tienen su propia historia y esto no es motivo ninguno para reivindicar privilegios de ninguna clase. ¿Qué pasado histórico se podría comparar con la brillantez del califato de Córdoba?- Ni catalanes, ni vascos, ni gallegos, ni ninguna otra región tiene un pasado semejante, y sin embargo, no reclama nada por este pasado, como es natural.

El colmo de la desfachatez la tenemos en el Sr. Montilla, que no se qué hace en el partido solicialista, siendo más separatista que los mismos nacionalistas. Siempre se repite la historia, los que vienen de fuera se convierten en los más radicales secesionistas.

Los tribunales han de dictaminar sus sentencias a gusto de esta clase de políticos, de lo contrario se rebelan y no las aceptan. Y se les llena la boca de teorías que deben cumplir los demás, pero ellos no. Su voluntad es la ley. Poco les importa la constitución y los demás españoles, lo suyo por encima de todo. Esto se llama dictadura, pero las dictaduras, cuando son propias o afines ideológicamente, no son dictaduras, es defender los deseos del pueblo, las dictaduras son las del contrario.