martes, 27 de abril de 2010

Los méritos no cambian por una desgracia.-P-

Hay cosas, que aunque humanas, no son lógicas, se impone el sentimiento a la razón y esto nunca es bueno. Los sentimientos son torrentes, que para que no produzcan mayores daños, deben ser encauzados por la propia razón. Los sentimientos son, muchas veces, fuerzas incontroladas, fruto de un momento, de una circunstancia, y aunque, a veces, conllevan una carga de bondad y generosidad, otras, pueden llevar también una dosis de venganza y de intenciones perjudiciales. Los sentimientos hay que razonarlos y controlarlos.

Es costumbre, dedicar calles, edificios, estatuas, monumentos..... a ciudadanos que se han distinguido, en su vida, por su buen hacer en provecho de la comunidad, ya sea en el campo de las artes y las ciencias, la medicina, el deporte, la política, la religión..etc..etc... y esto me parece bien, pero en lo que disiento, es en el tiempo, estos homenajes hay que hacérselos a la persona merecedora de ellos, no a su memoria, sino en vida. Un homenaje a una persona que ya ha fallecido no tiene sentido, parece que el homenaje se lo quieren hacer a sí mismos los organizadores, o bien se sienten culpables de no haberlo hecho a tiempo.


A veces una desgracia, y más una muerte trágica o no esperada, hace que los sentimientos se impongan a la razón y se cambien los criterios sobre el merecimiento humano. Todos conocemos casos de personas, ya fallecidas, que si hubieran muerto de muerte natural, nunca se le hubiera dedicado una calle, un edificio o se le hubiera erigido un busto o una estatua, porque su vida no sobresalió en nada, sino que fue una vida de un ciudadano normal. Pero tuvieron la desgracia de padecer una muerte inesperada o trágica, y ésta fue la razón para erigirles estatuas, bustos o dedicarles una calle. Las desgracias no cambian para nada los merecimientos de una persona, es la sensibilidad de la gente la que actúa, sin un control objetivo, en tales circunstancias. Las desgracias no incrementan los méritos de nadie.