Ya está en plena campaña electoral la Comunidad autónoma de Cataluña. Cada vez que hay una campaña, la identifico como la representación de una farsa. Hay que adivinar, por parte de los políticos, aquello que le agrada oír al pueblo, y ser generosos en complacerlo hasta la saciedad, para, de esta manera,tratar de cosechar el fruto de su voto. Hoy día, la palabra ha perdido todo su valor, y la del político muchísimo más.
El político se aprende el papel que tiene que representar en el teatro de los mítines y de los medios de comunicación, pero sólo es eso, un papel, un recitado, la realidad y sus propósitos son otros muy distintos.¿Quién acude hoy a los mítines, que no sean los miembros del partido y sus interesados simpatizantes?....El pueblo ha llegado a desencantarse de los políticos, porque estos no han dado la talla.
Pero hay que decir también, que tenemos los políticos que nos merecemos, los que hemos puesto con nuestro voto. Mucha gente, por desgracia, tiene su voto fijo, en muchas ocasiones un voto visceral, carente de todo raciocinio que le lleve a sopesar los pros y los contras de su decisión, y esto no es democracia, esto es fanatismo e incultura. Y esta clase de votos ciegos no contribuyen para nada al bien común. El voto, en todos los casos, tiene que ser libre y eficaz, buscando los mejores gobernantes, y no usarlo como bono para comprar otra mercancía adulterada, que nada tiene que ver con su auténtica finalidad. Nos queda mucho por aprender, a todos, a políticos y al resto de los ciudadanos, para tener un estado democrático auténtico.
sábado, 13 de noviembre de 2010
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