martes, 21 de septiembre de 2010

La injusticia de la igualdad

Con frecuencia recabamos una igualdad de trato para todos los ciudadanos, creyendo que es la forma más justa de actuar, pero esto hay que entenderlo y matizarlo mucho, so pena de caer en la injusticia que queremos evitar.

La justicia consiste en tratar a cada uno como se merece. Hay regímenes totalitarios que han practicado este igualitarismo, revestido de falsa justicia, y han llevado a su sociedad a la pobreza y a sobrevivir en la escasez. No han querido admitir que el hombre para superarse y avanzar en el progreso, necesita el aliciente de ver su trabajo recompensado justamente, nadie se molesta sin una compensación.

En la sociedad, es muy cómodo para el que organiza o manda medir con el mismo rasero a todos, sin pensar en las injusticias que se cometen al aplicar estos criterios, y sobre todo no se llega a pensar que esta forma de actuar induce a un empobrecimiento, a una falta de superación y a caer en una baja productividad. Hay que mantener un equilibrio entre productividad, comportamiento, superación y compensación.

Romance de Elvira

Asomada a las almenas
del castillo de Pedroche
espera la bella Elvira
el retorno de su conde.

Qué larga se hace la espera,
para que su amor retorne
de batallar con los moros
en la línea de Dos Torres.

Cuando salen las estrellas
y el sol, cansado, se esconde,
retorna a sus aposentos
a velar la larga noche.

Ya han pasado muchas lunas,
sin noticias que le informen
cómo estará su señor,
si habrá forma que él retorne.

Un día al atardecer
mirando en el horizonte,
una mesnada divisa
con sus caballos, al trote.

El corazón, en su pecho,
presiente que el señor conde
no viene con los jinetes
que retornan de la corte.

Descabalgan sus corceles,
heridos, y mas bien, torpes,
con sus rostros demacrados,
y su ropa hecha jirones.

El rey moro de Granada
cautivo tiene al buen conde,
y un rescate muy costoso
exige por el buen noble .

Elvira toma sus lágrimas
guardándolas en un cofre,
y con su amor las transforma
en perlas de alto coste.

Que preparen mi caballo,
escoger el que más corre,
que ya parto hacia Granada
a liberar a mi conde.

Ante el rey moro se postra,
pidiéndole que perdone,
y libere a su señor,
y ella entregará su cofre.

El rey moro impresionado
atraido por su porte,
ordena que se lo entreguen
sin rescate, a su consorte.

Al subir a su caballo,
se le ha caido su cofre,
y aparece humedecido
el recipiente de cobre.