viernes, 6 de septiembre de 2013

El hecho religioso

En esta lucha irracional de ciertos sectores de la sociedad de  querer hacer prosélitos, imponiendo sus ideas,
hay una clara animadversión contra todo lo que huela a religiosidad. Esta postura es una manifestación más del talante dictatorial  de los que, por otra parte, presumen de demócratas. Los demócratas exponen, no imponen nada, y menos una forma de pensar y actuar.

El hecho religioso es tan antiguo como la humanidad. Cada pueblo le ha dado una explicación a los formidables fenómenos meteorológicos que le rodeaban. A partir de ahí, ha personalizado en poderosas deidades el origen y dominio del universo. Esta es la raíz, la fuente del hecho religioso.

Hoy día son muchas las religiones expandidas por toda la Tierra. El Cristianismo es la religión que se extiende principalmente por Europa y América. Hoy quiero reflexionar sobre el beneficio personal que la religión proporciona a quienes se guían por sus principios. Los principios cristianos de hermandad y amor al prójimo son inmejorables. Los enemigos de la Iglesia Católica hacen una crítica acerada  de cualquier debilidad o defecto, que por estar compuesta por seres humanos, es natural que tenga, y, a su vez, silencian maliciosamente los grandísimos servicios que presta hoy día a la humanidad y los que ha prestado a través de la historia.

Pero hoy quiero añadir una reflexión sobre el servicio personal  que presta a cada uno de sus practicantes. Voy a prescindir de su doctrina dogmática, que eso es cosa aparte, y me voy a ceñir únicamente a valorar la ayuda que presta a la vida de las personas. Hay muchas personas que sacan fuerzas para su vida de la religiosidad que creen y practican, para ellos es un motor que tira del carro de su existencia en las adversidades y que también les impulsa a practicar el bien, y esto es muy positivo. En ciertas circunstancias de la vida, sobre todo en el ocaso de la misma, hay quien no tiene otro consuelo que su práctica religiosa. Sería un gran error y una flagrante crueldad privar a estas personas de esta última tabla de salvación.