He vuelto a verte de nuevo,
mi Pozoblanco querido,
mi ausencia ya era muy larga
pero pequeño mi olvido.
Mis ancestros naturales
de este pueblo distinguido,
mi nacimiento y niñez
en sus calles he vivido.
Vuelvo a mi calle Pedrajas
después de un cuarto de siglo,
extraño me siento y solo,
ya no conozco este sitio.
Tus fachadas y tus losas
ya no son las de granito,
las personas que me encuentro
no las conocí de niño.
Y llego al número treinta,
la casa donde he vivido
ni la fachada ni puerta,
todo ya está en el olvido.
No me quedó mas remedio
que recordar las vivencias,
años pasados también
para personas y piedras.
En esta calle jugaba
con la pelota de trapo,
en las losas con las chapas
y a los bolos en verano.
En la esquina ya no está
la tienda de ultramarinos,
con las bolitas de anís,
atracción de aquellos niños.
Cuando llegaba el estío
en las noches calurosas,
las mujeres con sus sillas
salían a hablar de mil cosas.
Las niñas con sus canciones,
formaban corros bailando,
y todas se divertían
con los romances cantando.
Los niños juntos jugábamos
también en el torilejo,
y los plomillos fundíamos
del horno de los Poleos.
Cuántos recuerdos pasados,
vividos en Pozoblanco,
la niñez nunca se olvida,
es tu cimiento y tu marco.
mi Pozoblanco querido,
mi ausencia ya era muy larga
pero pequeño mi olvido.
Mis ancestros naturales
de este pueblo distinguido,
mi nacimiento y niñez
en sus calles he vivido.
Vuelvo a mi calle Pedrajas
después de un cuarto de siglo,
extraño me siento y solo,
ya no conozco este sitio.
Tus fachadas y tus losas
ya no son las de granito,
las personas que me encuentro
no las conocí de niño.
Y llego al número treinta,
la casa donde he vivido
ni la fachada ni puerta,
todo ya está en el olvido.
No me quedó mas remedio
que recordar las vivencias,
años pasados también
para personas y piedras.
En esta calle jugaba
con la pelota de trapo,
en las losas con las chapas
y a los bolos en verano.
En la esquina ya no está
la tienda de ultramarinos,
con las bolitas de anís,
atracción de aquellos niños.
Cuando llegaba el estío
en las noches calurosas,
las mujeres con sus sillas
salían a hablar de mil cosas.
Las niñas con sus canciones,
formaban corros bailando,
y todas se divertían
con los romances cantando.
Los niños juntos jugábamos
también en el torilejo,
y los plomillos fundíamos
del horno de los Poleos.
Cuántos recuerdos pasados,
vividos en Pozoblanco,
la niñez nunca se olvida,
es tu cimiento y tu marco.
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