El hombre y la mujer ¿formamos parte de la naturaleza, o somos bichos raros y extraños que tenemos que vivir separados de ella, almacenados en nichos de cemento, formando comunidades artificiales?
Analicemos cómo vivimos y cómo vivían los antiguos humanos. De estar en contacto con los animales, las plantas,el agua,la tierra, el sol, el aire puro, hemos pasado a estar recluidos en aposentos artificiales y ahora nuestros contactos son el televisor, la nevera, el ordenador, la lavadora, el coche, y un sin fin de aparatejos que cada vez nos separa más de nuestro origen natural.
Hemos observado, ¿ por qué estamos deseando que lleguen las vacaciones o los fines de semana, para escapar a la playa, a la montaña o simplemente al campo, para recobrar un estado de placidez y bienestar que no nos proporciona la ciudad? .- En la naturaleza nos sentimos oxigenados física y mentalmente, distendidos, sin agobios, y un halo de paz nos envuelve, dándonos la sensación que nos hemos liberado del lastre acumulado durante el tiempo que hemos estado apresados en esos lugares inhóspitos, que los humanos llamamos ciudades. Menos mal que nuestros genes, insconcientemente ,velan por nosotros y nos arrastran a nuestro entorno natural siempre que encuentran la más mínima ocasión de hacerlo.
Este paso de la naturaleza a la vida artificial se ha ido desarrollando a través de los siglos, pero ha sido en estos últimos tiempos cuando se ha acentuado y desarrollado de manera exorbitante, por la concentración de los puestos de trabajo en las ciudades y sus alrededores, formando núcleos masificados, insanos e incómodos, sacrificándolo todo a la producción y a la mejor forma de crear riqueza, sin pensar, que la salud y la calidad de vida de los ciudadanos requieren otros entornos más saludables.
El desarrollo de la industria y demás formas de producción de riqueza de nuestra vida moderna, no necesariamente tiene que llevarnos a la situación actual de vivir de espaldas a la naturaleza. No hay por qué formar estas agrupaciones gigantescas de población, se pueden diseminar a través del territorio y formar núcleos urbanos más humanos.
Hay una corriente, formada principalmente por las asociaciones llamadas ecologistas, que parece que no han comprendido que los seres humanos formamos parte de la naturaleza, y mal que les pese, somos naturaleza, y a toda costa nos quieren echar de los entornos naturales. Si pudieran echarían doscientos candados a los bosques a los ríos a los mares, donde viven los animales y las plantas, es decir los seres vivos, todos los seres vivos, menos el hombre.
Reivindico mi derecho a vivir y formar parte de la naturaleza, que es mi habitat natural y del que nunca deberíamos haber salido.
Analicemos cómo vivimos y cómo vivían los antiguos humanos. De estar en contacto con los animales, las plantas,el agua,la tierra, el sol, el aire puro, hemos pasado a estar recluidos en aposentos artificiales y ahora nuestros contactos son el televisor, la nevera, el ordenador, la lavadora, el coche, y un sin fin de aparatejos que cada vez nos separa más de nuestro origen natural.
Hemos observado, ¿ por qué estamos deseando que lleguen las vacaciones o los fines de semana, para escapar a la playa, a la montaña o simplemente al campo, para recobrar un estado de placidez y bienestar que no nos proporciona la ciudad? .- En la naturaleza nos sentimos oxigenados física y mentalmente, distendidos, sin agobios, y un halo de paz nos envuelve, dándonos la sensación que nos hemos liberado del lastre acumulado durante el tiempo que hemos estado apresados en esos lugares inhóspitos, que los humanos llamamos ciudades. Menos mal que nuestros genes, insconcientemente ,velan por nosotros y nos arrastran a nuestro entorno natural siempre que encuentran la más mínima ocasión de hacerlo.
Este paso de la naturaleza a la vida artificial se ha ido desarrollando a través de los siglos, pero ha sido en estos últimos tiempos cuando se ha acentuado y desarrollado de manera exorbitante, por la concentración de los puestos de trabajo en las ciudades y sus alrededores, formando núcleos masificados, insanos e incómodos, sacrificándolo todo a la producción y a la mejor forma de crear riqueza, sin pensar, que la salud y la calidad de vida de los ciudadanos requieren otros entornos más saludables.
El desarrollo de la industria y demás formas de producción de riqueza de nuestra vida moderna, no necesariamente tiene que llevarnos a la situación actual de vivir de espaldas a la naturaleza. No hay por qué formar estas agrupaciones gigantescas de población, se pueden diseminar a través del territorio y formar núcleos urbanos más humanos.
Hay una corriente, formada principalmente por las asociaciones llamadas ecologistas, que parece que no han comprendido que los seres humanos formamos parte de la naturaleza, y mal que les pese, somos naturaleza, y a toda costa nos quieren echar de los entornos naturales. Si pudieran echarían doscientos candados a los bosques a los ríos a los mares, donde viven los animales y las plantas, es decir los seres vivos, todos los seres vivos, menos el hombre.
Reivindico mi derecho a vivir y formar parte de la naturaleza, que es mi habitat natural y del que nunca deberíamos haber salido.
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