La sombra del Teide mece tu cuna,
su cálida falda abriga tu piel,
hijo del valle, jardín y vergel,
fecundo don de la diosa fortuna.
Tu vida levita entre mar y cumbre,
los vientos alisios besan tu sien,
la laurisilva tus laderas cubre
y por tus barrancos fluye savia y miel.
Tus espacios naturales ofrecen
belleza, hechizo, luz y fragancia
de las flores que en la rivera crecen
Y Rambla de Castro se siente ufana
del talle de sus palmeras canarias,
por la brisa mecidas y alagadas
miércoles, 8 de julio de 2009
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