viernes, 7 de agosto de 2009

A Córdoba, mi tierra


Tantos próceres y poetas
han cantado tus grandezas,
que me siento anonadado
por intentar esta gesta.

Pero no es atrevimiento,
sino cariño filial,
porque una madre perdona
aunque un hijo lo haga mal.

Tus ancestros tan remotos
se pierden en la prehistoria,
tus primeros pobladores
no están en nuestra memoria.

Fuiste romana y lo muestran
tus monumentos históricos,
tu templo y puente romano
y otros restos arqueológicos.

A Roma diste dos hijos
que te llenaron de gloria
Séneca y Lucano son,
que pasaron a la historia.

Pero tu esplendor mayor
llegaría en el siglo décimo,
capital del califato
y del orbe imperio y reino

Maimónides y Averroes
sabios mulsumán y judío,
de la sabiduría amigos
y de la salud custodios.

Muy rica y bella ciudad,
opulenta magna y culta,
tus bibliotecas y zocos
a nadie se los ocultan.

Barrio de luz y silencio,
custodio de la mezquita
tus calles son un jardín,
la Judería, cenobita

Cuna de las tres culturas,
viviendo en grata armonía,
cristianos y mulsumanes
con judios bien se entendían.

Fernando III el santo
acabó con el islam
y desde entonces cristiana
por siempre te llamarán.

Guardas bellos monumentos
de tu etapa califal,
el alcazar, la mezquita
Medina Azahara, sin par.

Otras torres y palacios
que completan tu historial
es el palacio de Viana,
y torre de la catedral.

Tus orfebres son artistas
en todo el mundo apreciados,
divinos trabajos hacen
con oro y plata en sus manos.

La humanidad al completo
su patrimonio te hizo,
prendada de tu belleza
te visita con cariño.

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