Con la sonrisa en tus labios
y tu porte diligente
vas desgranando cariño
entre paciente y paciente.
Un bálsamo es tu palabra
que aminora la amargura
de los que sufren postrados
enfermedades sin cura.
Si apareces por la puerta
la habitación se ilumina,
tu presencia crea destellos
de bondad y de alegría.
A altas horas de la noche
ingrávida te desplazas,
atiendes a tus enfermos
con delicadeza y gracia.
Tus manos, guantes de seda,
sutiles y delicadas
acarician cuando curan
las heridas provocadas.
El dolor en tu presencia
se mitiga y sobrelleva
de modo muy diferente
que cuando muestra tu ausencia.
Nunca jamás te impacientas
cuando el enfermo se queja,
comprensiva, lo consuelas,
lo atiendes y lo serenas.
Siempre presta, diligente
dispuesta a mitigar
la soledad del paciente
que no pueden visitar.
Angel del hospital eres
estrella polar y guía
sin tí la vida aquí dentro
mucho más se sufriría.
sábado, 31 de octubre de 2009
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