viernes, 25 de diciembre de 2009
El verano
Su reino recobra Helios
y envía sus dardos blancos
para dominar la tierra,
los llanos y los barrancos.
Los fríos desaparecen,
la nieve cambia su estado,
las montañas se desvisten
cambiando su manto blanco.
Los gamos ya no se miran
en el espejo del lago
porque se ha roto el cristal
con los calurosos rayos.
Lenguas de fuego se adueñan
de los trigales sembrados
y la clorofila cambian
por bello metal dorado.
Pinceles de blanca luz
dibujan en los parajes,
bodegones exquisitos,
grabados en los frutales.
La vida se multiplica,
en los bosques y praderas,
las camadas de animales
salen de sus madrigueras.
Los nidos quedan vacíos,
las aves levantan vuelo,
los aires están surcados
por los noveles polluelos.
Los olivos en sus calles
se divierten con el canto
de millones de chicharras
en concierto inesperado.
Las cosechas ya maduran
pues ya ha llegado el verano,
recompensa para el hombre
que recoge lo sembrado.
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