jueves, 11 de febrero de 2010

A los 23 niños víctimas de eta.




Segaron los campos tiernos
con guadañas de la muerte,
sembrando dolor y pena
cortando los tallos verdes.

Truncaron sus cortas vidas
de criaturas inocentes,
le negaron la existencia
insensibles delincuentes.

La maldad se ha disfrazado
de patriotismo rebelde,
ni el candor de la niñez
sensibiliza a esta gente.

Las flores lloran de pena,
han cortado de repente
los capullos sin abrir,
sin colores en sus frentes.

Van esparciendo en la Tierra
semilla de negra suerte
emisarios de Luzbel
que a los ángeles dan muerte.

Las mentes dudan si hay
otra lógica perversa
encriptada en los cerebros,
que la cordura condena.

No hay luz que la sinrazón
alumbre en estas tinieblas,
que pueda justificar
la barbarie de estas fieras.

Sentimientos masacrados,
amores rotos que dejan
en corazones dolidos,
perenne y sangrante huella.

Familia rota en pedazos
por fanáticos que sueñan
construir un mundo nuevo,
infierno sobre el planeta.

Inocentes niños tiernos,
sin malicia en su conciencia,
verdugos sin compasión
los borraron de la Tierra.

Yo canto hoy a sus vidas,
que no dejaron vivieran,
a su proyecto de hombre
arrasado de la Tierra














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