La humanidad nunca aprende
sin romperse la cabeza,
todos queremos sentir
los golpes en nuestra testa.
No aprendemos si el vecino
con razón nos aconseja,
preferimos, insensatos,
rompernos nuestra cabeza.
Pero con la testa rota
y cubierta con las vendas,
volvemos a tropezar,
torpes, en la misma piedra.
Mil cosas hacemos mal
sin pensar sus consecuencias,
sin poder dar marcha atrás,
pues tarde nos damos cuenta.
La guerra sigue adelante
creando grandes problemas,
y no resuelve ninguno
pero muchos otros crea.
Políticas mal llevadas
por generaciones viejas,
y vuelven a practicarlas
las generaciones nuevas.
Cuántas vidas ¡ay! se pierden
en las negras carreteras,
porque seguimos, incautos,
olvidando la prudencia.
Escribamos una biblia
con las malas experiencias,
a ver si los ciudadanos
hacemos caso al leerla.
martes, 10 de agosto de 2010
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