martes, 28 de diciembre de 2010

La muñeca de trapo

En la tienda de la feria
la niña mira extasiada
las bellas muñecas chinas
de porcelana esmaltada.

Pero no tiene dinero
para comprar, son muy caras,
y a ella, pobrecita niña,
sus ahorros no le alcanzan.

Mira una y otra vez,
sus bellos ojos derraman
las lágrimas del deseo
que le domina su alma.

Por la calle de la feria
la niña, triste, se marcha,
un año más, su muñeca
no será de porcelana.

Se queda con su muñeca,
hecha de hilos de lana,
que le cosiera su abuela,
a la que canta la nana.

No tiene cuerpo de niña,
ni tampoco linda cara
ni dedos que se distingan
en sus diminutas palmas.

No se sostiene de pié
y a duras penas sentada,
es débil como un bebé,
pasa su tiempo acostada.

Cuando la deja en su cuna
para descansar un rato,
como si fuera un trofeo,
la secuestra el feroz gato.

Se la lleva por los aires,
juega con ella, saltando,
maltratada y arañada ,
la muñequita de trapo.

Y la niña triste llora
por la malicia del gato,
y su abuela la consuela
con un beso y un abrazo.

No llores princesa mía,
si es tu muñeca de trapo,
pues su corazón es oro
que tu amor ha transformado.

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