En esta democracia que vivimos, se ha experimentado mucho, incluso con aquellas cosas que funcionaban bien, no se si por un afán de protagonismo de los que nos gobiernan o por ineptitud de los mismos. Escudados en un falso progresismo, se ha tratado de sustituir prácticas experimentadas y que han dado buenos resultados por innovaciones sin contrastar, y que a la postre nos han llevado a unos pésimos resultados. Y es que el verdadero progresismo no consiste en dar marcha atrás, ni tampoco abandonar lo bueno que la humanidad ha ido conquistando con el tiempo, el progresismo consiste en conservar lo bueno y seguir trabajando por mejorar aquello que no lo es.
Existen ciertas ideologías que piensan que con piezas de baja calidad se puede construir una máquina perfecta, y esto es una equivocación. Un grupo formado por individuos mediocres, nunca podrá convertirse en un agente eficaz y de vanguardia. La cualificación es primordial para gobernar y agenciar cualquier institución y obtener un resultado satisfactorio. Esto, parece ser que nuestros políticos, no lo tienen en cuenta.
Corre en Internet un correo, en el que se presenta una lista de ministros de varios países europeos, con sus correspondientes curricula vitae, y se comparan con los ministros españoles de las mismas carteras, y verdaderamente, las diferencias son vergonzosas, da la sensación engañosa, de que en España no hubiera personas con la cualificación comparable a la de los ministros europeos, y así nos luce el pelo. Y es que no se tiene la honestidad de buscar los mejores, ni dentro del partido ni fuera de él, para colocarlos en los puestos más importantes; cualquiera sirve para ministro o cualquier otro cargo.
En otro orden de cosas, sin salirnos de la política. Es verdad que hay puestos de gerentes de empresas públicas y similares, cuyos sueldos son un bofetón social a la clase trabajadora, y esto hay que corregirlo.Pero lo que no se puede hacer es tomar como patrón de comparación, para asignar el sueldo máximo de un buen profesional, bien cualificado y eficaz en su trabajo, el sueldo de un director general.
Todos conocemos a personajes que han ocupado u ocupan estos puestos políticos, muchos de ellos carentes de toda cualificación y cuyo trabajo no creo que vaya más allá que asistir a reuniones y firmar papeles. No existe punto de comparación entre unos y otros. Los sueldos deben estar en consonacia con la preparación, el trabajo cualificado y el rendimiento y no depender de ningún criterio político.
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Pues así es, D. Juan.
ResponderEliminarDesde que Ortega escribió aquello de La España Invertebrada, han pasado algunos años... pero aprender, lo que se dice aprender, poco.