lunes, 10 de enero de 2011

El que no tiene una lengua se la inventa.-P-

Con esto de las autonomías, a veces, los políticos se comportan como auténticos niños chicos caprichosos, buscando la forma de dar higazo a los demás, aunque tengan que inventarse para ello, las teorías más peregrinas y estar buscando con lupa en los entresijos de la historia pequeñas diferencias que no tengan los demás.

No digamos nada si se trata de los llamados nacionalistas que quieren delimitar su territorio y conformar un cuerpo de modos y comportamientos, que ellos creen, que comportan la esencia de su nacionalismo excluyente. Ideología de ave de corral, que en muchos casos va teñida de egoísmos económicos e insolidarios, basada en la posición de una economía más desarrollada, pero que en otros, no tiene explicación lógica alguna, que no sea el puro medrar en una situación irreal y perjudicial para el pueblo.

Entre los recursos con que esta ideología trata de llenar su acervo cultural, es el de la lengua, todas las comunidades autónomas tienen ahora "lengua propia", aunque no sea nada más que un acento y una serie de palabras, que con el tiempo se han ido usando más en ese territorio que en otras partes, pero que echas mano del diccionario de la R.A. y son palabras castellanas de toda la vida, pero todo vale para distinguirlos de los otros y hacer una frontera que los separe. Hay que ver la persecución que se está haciendo del castellano en algunas comunidades autónomas, siendo patrimonio de todos los ciudadanos que las integran. Cómo se le quita el derecho de expresarse públicamente, mediante rótulos , carteles...... penalizando a los que tienen  la osadía de expresarse en una lengua que tiene los mismos derechos que la propia de la comunidad.

Si nos damos un paseo por las islas del archipiélago, notaremos que este argumento no vale, no hay uniformidad ni de acento ni de léxico, cada isla tiene su peculiaridad lingüística dentro de la madre común que es el castellano. Si comparamos un herreño con un grancanario, encontraremos parecida diferencia de la que encontraremos si comparamos un vallisolentano con un manchego. No se puede hacer política lingüística sin manipular la realidad, pero los políticos están acostumbrados a todo, con tal de conseguir sus objetivos.

Lo que menos  podíamos esperar es que las lenguas, antiguos dialectos que se decía, se convirtieran en armas arrojadizas para crear fronteras entre los mismos pueblos de España. Las lenguas son patrimonio de los pueblos, modos de comunicarse y entenderse entre ellos, nunca barreras de separación ni motivo de luchas y rencillas, y esto hay que proclamarlo muy alto, para que se enteren aquellos que tienden a manipularlo todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario