Han retornado de Africa
las golondrinas, de nuevo,
volando grandes distancias
han vuelto desde muy lejos.
Bulliciosas, con su canto,
del pueblo, quiebra el silencio,
son saetas blanquinegras
que disparan los océanos.
Cansadas de su viaje,
agotadas por su esfuerzo,
buscan descanso en los nidos
que se conservan enteros.
Los encuentran jubilosas,
hechos con hierbas y cieno
retocan las partes rotas,
añadiendo barro nuevo.
Vuelan raudas por los aires,
dibujan un rápido vuelo,
zigzagueantes caminos
que quiebran sobre los cielos.
Un año más dan su vida
a los inquietos polluelos,
eslabones que prolongan
la vida de sus ancestros.
Volando, con sus pasadas,
limpian el aire de insectos,
alimento preferido
para sus negros polluelos.
La plaza mucho se anima,
chirrían con los vencejos,
y un coro desafinado
canta un extraño concierto.
miércoles, 12 de enero de 2011
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