Hemos perdido, insensatos,
el valor de la palabra,
que nuestros antepasados
juiciosos la veneraban.
Ya no tiene contenido,
le hemos robado su gracia,
su fuerza y su verdad
su sinceridad espontánea.
El honor estaba en ella,
en una palabra dada,
que el hombre de bien cumplía
aunque le costara el alma.
Es fruto que no madura
porque le falta la savia
de la honradez que adornaba
al que daba la palabra .
Ya es paja que lleva el viento,
sin peso ni resonancia,
como no tienen valor
ya no cuesta el pronunciarlas.
Es difícil entenderse
con quien no tiene palabra,
parece ser que tratamos
con el que tiene otra habla.
Da a veces la sensación
que nuestras pobres palabras
han perdido su nobleza
o es que no saben usarlas.
Expresión de sentimientos,
de verdades contrastadas,
huyendo de falsedad
tienen que ser las palabras.
miércoles, 16 de febrero de 2011
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