Vergel sembrado en el valle
te miras en el espejo
de las aguas cristalinas
de mi recoleto Puerto.
Hespérides vislumbramos
buceando en el recuerdo
de jardines encantados
nacidos en nuestro tiempo.
Ceres pintó tus alfombras
con verdes pinceles nuevos,
presumiendo de su cuadro
porque le salió perfecto.
No se lo entregó a las ninfas
ni a dragones del infierno,
abrió sus puertas doradas
para solaz de los pueblos.
Y a papagallos vestidos
con un exquisito esmero,
les han dado sus colores
los arcos iris del cielo
Deambulan por el recinto
con rasante y veloz vuelo,
y adornan con su plumaje
el paraiso de ensueño.
Aves exóticas viven
venidas del mundo entero,
y en este jardín anidan
dando vida a sus polluelos.
Los delfines y las orcas
muestran sus alegres juegos
con saltos y piruetas,
circenses de mar adentro.
La Antártida nos visita
con sus hijos predilectos,
pingüinos saltarocas
papúa, rey y barbijos.
Es un edén que ha nacido
hijo del Teide, en mi pueblo,
y sus loros son los dueños
de este recinto de ensueño.
miércoles, 9 de marzo de 2011
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