Desde el año 1957 que comencé mi labor educativa y docente hasta el año 2003 que me jubilé, he sido partícipe y testigo del devenir de la educación en nuestro pais. Haciendo un somero análisis de estos años, tengo que decir que ha sido una lástima el no haberlos aprovechado como se debía haber hecho, y haber llegado a los resultamos que hoy tenemos que lamentar.
Hasta el año 1970 solamente teníamos las escuelas populares,que no cubrían todas las peticiones, lo que implicaba que una parte de los niños se quedaban sin escolarizar. Estaban muy mal atendidas, muchas de ellas tenían como aula la parte baja de una casa, sin condiciones higiénicas adecuadas. El material muy escaso y los sueldos de los maestros tan bajos que, muchos de los que habian estudiado la carrera de magisterio se didicaban a otros trabajos mejor remunerados.
Es en 1970, con el ministro José Luis Villar Palasí, y la Ley General de Educación y Financiación de la Reforma Educativa (E.G.B.) cuando comienza una nueva era para la educación en España. Se suprime el bachillerato elemental y se sustituye por la segunda etapa de la E.G.B., ésta constará de 8 cursos, y los alumnos deberán estar escolarizados hasta los 14 años.
Se empiezan a contruir colegios y poco a poco se van dotando de estos centros a todos los barrios de pueblos y ciudades. El profesorado recibe esta ley con mucha ilusión y comienza una labor de preparación y perfeccionamiento, sin mirar las horas fuera del horario escolar y sin remuneración alguna que le dedican a esta labor, pagándose de su bolsillo los desplazamientos. Pero la ilusión por la superación y el servicio a una sociedad nueva pagaban todos estos sacrificios.
El nivel de la segunda etapa era bueno, y los chicos salían con unos conocimientos y unos hábitos satisfactorios. El profesorado se dedicaba con entusiasmo a su labor, porque estaba viendo que su trabajo era frutífero. Los chicos, en su inmensa mayoría, recibían las enseñanzas con agrado y trabajaban a gusto, dentro de un ambiente de superación, trabajo y respeto a los profesores y compañeros. Este estado de cosas dura unos pocos años.
Con la entrada de la democracia, la política empieza a entrar en los centros, y éstos se sienten afectados de varias formas: hay un afán por acaparar, por parte de los políticos, los puestos directivos, apartando de estos cargos a los profesionales independientes y mejor preparados. Se usan estos cargos como trampolín para situarse en la política, una vez conseguido esto, se abandonan.
Pero lo peor del caso es la cantidad de leyes que salen, aplicando criterios políticos a los centros escolares.Poco a poco se le va quitando al profesorado la autoridad que necesitan para poder desarrollar con eficacia su labor, fomentando un "coleguismo" que conduce a la falta de respeto y aprecio.
Los niveles de exigencia se bajan de una forma alarmante, igualando por abajo y aprobando a los alumnos que no trabajan lo suficiente. El alumno bueno se siente desmotivado y el que no quiere estudiar se hace dueño de las clases, impidiendo en muchos casos el poder impartir la enseñanza con normalidad. Se olvidan prácticas y normas pedagógicas fruto de años y diría que de siglos de experiencia, y se quieren sustituir por una libertad mal entendida que solamente lleva a la falta de trabajo y esfuerzo y a una falta de respeto de todo y de todos. Este estado de cosas se refleja en el rendimiento académico, a todos los niveles, pasamos a estar en los últimos puestos en rendimiento escolar, y cada vez que se hace un estudio a cualquier nivel, ocupamos los peores puestos. Esto es vergonzoso. Así hemos llegado a una situación que nadie la quiere, pero que todos hemos contribuido a crearla.
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