Quiero construir mi vida
con sencillez y humildad,
y que no tenga mi casa
estancias sin claridad.
Que mis ventanas sean todas
diáfanas como la mar,
que sólo pase la luz
y nunca la obscuridad.
No quiero zonas obscuras
donde habite la maldad,
ni pasadizos de sombras
que impidan el caminar.
Que las paredes sean blancas
como espejos de cristal,
y suene en ellas el eco
de mis momentos de paz.
Que no tenga recovecos
ni rincones que mirar
cuando camino por ella
y engendro mi libertad.
Redonda quiero que sea,
por todas partes igual,
que no tenga habitaciones
pues no la quiero quebrar.
Que cuando lleguen los vientos
y sople fuerte el huracán,
la redondez de su techo
la defienda contra el mal.
No quiero adorno ninguno
en sus paredes de cal,
sencillez y pulcritud
como celda monacal.
Que mi espíritu nocturno
deambule sin encontrar
intrusos que le coarten
vivencias y libertad.
viernes, 6 de mayo de 2011
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