El sol tiñe tu semblante
de andaluza de ojos negros,
pinta tu piel con sus rayos,
pinceles de luz y fuego.
No recuerdas tu existencia,
tu memoria rompió el tiempo,
y tus formas onduladas
las esculpieron los vientos.
Has visto pasar por ti
los guerreros de mil pueblos
que dejaron en tu piel
las huellas de sus recuerdos.
Todos abren tus entrañas
buscando tesoros nuevos,
minerales que transforman
en artísticos objetos.
Planas pizarras recubren,
con negritud en su aspecto,
tus parajes, con fragancia
de jarales y romero.
Y lavas con blanca nieve
tus picachos en invierno,
y arroyuelos saltarines
te nacen con el deshielo,
van buscando presurosos,
antes que se acabe el tiempo,
que sus padres los abracen
y los reciba su lecho.
Ceres regaló a tus ramblas
y a tus solanas de fuego
un fruto resplandeciente
transformado en oro nuevo.
En ti vivieron, ocultos,
novelados bandoleros,
villanos para los ricos
para el pobre, caballeros.
Cantares llenan tus ramblas,
folclore de aceituneros,
que con sus voces fornidas
rompen tu sacro silencio.
Morena de mi niñez,
te guardo en mis sentimientos,
y me agrada el recordar
mis vivencias de otros tiempos.
jueves, 8 de septiembre de 2011
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qué bello poema con sabor andalusí! me encanta
ResponderEliminarsaludos desde el maestrazgomagico.blogspot.com
RAUL
Bellísimo poema, Juan, me ha gustado y te felicito por él.
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