No llevo por compañero
al frailecillo de Ávila
cuando camino, en silencio,
por las noches estrelladas.
Yo no veo la noche obscura
ni las luces eclipsadas,
contemplo dentro de mi
tranquilidad, paz y calma.
Tranquilidad y sosiego,
quietud domina mi alma
cuando la noche serena
las inquietudes mundanas.
Paz domina el sentimiento
en cada noche estrellada,
cuando miro hacia los cielos
y me quedo sin palabras.
Calma domina el ambiente
cuando la luna se apaga,
y el silencio me susurra
palabras de enamorada.
Yo no veo la noche obscura,
yo siento la noche clara,
nítida, con las luciérnagas
luciendo hasta la alborada.
Que no se vaya la noche,
que yo no la veo enlutada,
es que se viste de negro
para realzar su elegancia.
La noche es mi compañera,
la noche es mi bien amada,
no podría vivir sin ella
ni recrearse mi alma.
No siento la noche obscura
yo siento la noche clara.
miércoles, 11 de enero de 2012
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