En las playas de las islas
extraños cetáceos nadan,
no tienen largas aletas
ni tampoco tienen alas.
Imitan a los delfines
abrazados a una tabla,
rompen las olas, valientes,
cortando las aguas bravas.
Manejan con gran maestría,
como si fuera una barca,
un artilugio de fibra
al que con cuerdas se amarran.
Recuerdan, sin pretenderlo,
que la antiquísima casa
de los ancestros pasados
estaba dentro del agua.
Parecen tortugas bobas
cuando entran en el agua,
no son manos, son aletas
las que mueven cuando avanzan.
Navegantes de juguete,
vestidos de forma extraña,
se mecen sobre las olas
hasta que la playa alcanzan.
Retornan de nuevo al mar,
formando una rara estampa,
sobre las crestas deslizan
el anverso de su tabla.
Parecen raros jinetes
sobre caballos de agua,
sin bridas y sin espuelas
pero sí con crines blancas.
martes, 14 de febrero de 2012
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