martes, 24 de abril de 2012

La garcilla de los riscos



Todos los día me la encuentro
pensativa y solitaria,
picoteando en los riscos
desde que amanece el alba.

Se le acabaron las fuerzas
cuando emigraba hacia Africa,
y un barco anclado en la mar,
fue su cobijo y su casa.

Se confunde con la espuma
cuando las olas derraman
su cargamento de sal
que en las costas desembarcan.

Las gaviotas la miran
con una mirada extraña,
como a bella señorita
esbelta y estilizada.

No sienten su compañía,
su presencia, un poco uraña,
pica las algas y el musgo
pero vive separada.

Emigrante en esta mar,
con su blancura destaca
sobre los riscos obscuros
de basalto y obsidiana.

Todos los días la saludo
y la busco, pobre garza,
y ella marca el territorio
del Penitente y su agua.

No se cuándo emigrará,
o se quedará, encantada,
observando a los turistas
mientras sus días desgrana.

Yo te seguiré buscando
en mis paseos de mañana,
saludándote al pasar,
blanca y delicada  garza.

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