Café para todos no es posible.

Si a los políticos les acompañara un espíritu y talante democrático serían personas más abiertas a otras mentalidades, que mejorarían las formas de gobernar y sobre todo de administrar las finanzas públicas.

Hay una cierta mentalidad, guiada por la tendencia de controlar toda la vida pública, que consiste en tratar a los ciudadanos, sean cuales fueren sus circunstancias, de la misma forma. Lo que popularmente se entiende por café para todos. Y esto ni es justo ni práctico. Ni la sanidad ni la educación ni  otras clases de servicios públicos, deben ser gratuitos para todos. Los presupuestos del estado y de las comunidades autónomas se verían aliviados si se les cobrara parte de estos servicios a aquellos ciudadanos que con toda holgura pueden pagarlos. De esta manera se podrían mejorar estos servicios, al revertir sobre ellos el dinero recaudado.

Por otra parte, no tiene el estado que prestar directamente todos los servicios, sino que debe aprovechar las instituciones privadas existentes. De este modo le saldrían más baratos y se evitarían las listas de espera.Una sociedad madura y unos dirigentes con mentalidad abierta, sin rigorismos ni fanatismos, sin ideas fijas, tienen que aprovechar al máximo todas las potencialidades de la sociedad, todos los servicios sean oficiales o privados.

Existe una mentalidad, más marcada en la izquierda política, de que todos los servicios tienen que ser públicos, se preocupa más de esta forma de pensar que de la calidad de los mismos. Y esto es un error y un empobrecimiento.Hoy día, en el ramo de la enseñanza existen los colegios concertados, cuyos resultados son mejores que los de la enseñanza pública y además menos costosos. También en este aspecto hay que enflaquecer la máquina del estado. A través del servicio privado se pueden obtener buenos resultados y con menor gasto.La labor del estado sería la de vigilar por la calidad del servicio.

No podemos desaprovechar nada que nos pueda ayudar a conseguir mejores servicios y más económicos.