Cuando en tiempos de la dictadura de Franco pensábamos y deseábamos vivir en un estado democrático, como los países de nuestro entorno europeo, fantaseábamos con los bienes que esta forma de gobierno nos acarrearía: libertad, elecciones libres, control de la clase política, justicia distributiva, sindicatos libres e independientes.....etc....etc.... pero desgraciadamente olvidábamos algo muy metido en la psicología humana y que no desaparecerá mientras el hombre sea hombre : la ambición de poder.
Nuestra democracia ha pasado de estar en manos de unos hombres de buena voluntad que hicieron la transición y la constitución, a los actuales políticos, dominados por una ambición de poder, por encima de todo.
Asistimos, sobre todo en las comunidades autónomas donde manda el nacionalismo, donde las libertades, que no coincidan con la ideología del gobernante, están perseguidas, prohibidas y reprimidas. A este estado de cosas, solamente hay una palabra para definirlo: dictadura.
Para justificar sus posturas, no se hace una lectura de la historia, se inventa una nueva y se acomoda a sus propios intereses, adoctrinando al pueblo con mentiras para fanatizarlo en provecho propio.
La exposición de ideas y de prácticas, que es esencial en toda democracia, se ha sustituido por la imposición de la mentalidad propia, valiéndose de leyes coercitivas para doblegar a aquellos que piensen y actúen de otra manera.
Las diferencias, que caracterizan a los distintos pueblos, y que deberían ser un caudal enriquecedor de todos ellos, se usan como armas arrojadizas y como barreras contra la solidaridad y la unión, fomentando un egoísmo exacerbado que empobrece el sentido de humanidad.
Ciertos grupos políticos y sindicales han entendido la democracia como un caldo de cultivo donde pueden desarrollar cómodamente sus idearios y su poder. El gobierno del pueblo y el bien común, sólo es un pretexto para lograr sus intereses personales o de grupo.
Tenemos una democracia conducida. El pueblo no es libre, es conducido por unos pocos a donde ellos quieren. Actualmente hemos sido conducidos a una crisis desesperante para muchos y muy perjudicial para todos. El pueblo español se merece una auténtica democracia.
jueves, 8 de noviembre de 2012
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