El gato candidato

Se ha nombrado candidato
el gato de doña Petra
para gobernar la fauna
de la aldea La Risueña.

Por más que el gato se vista
con ropajes de doncella
no podrá ocultar sus garras
dentro de guantes de seda.

Estudiará, con ahínco,
disimuladas maneras
de engañar a los roedores
con sus insidiosas tretas.

Se vestirá de demócrata
con bastón y con chistera
y paseará su figura
para que todos lo vean.

Hará promesas sin cuento
para que bueno parezca,
y saludará cortés
por las calles y plazuelas.

Comerá carne de lata,
ya que respeta la veda,
y no cazará gorriones
y respetará las treguas.

Las ranas y lagartijas
salen de sus capucheras
a tomar baños de sol
para ponerse morenas.

Ya no temen ser cazadas
por misifú, el orejas,
el de los bigotes largos,
el de los ojos de vieja.
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Don minino ya es alcalde,
ya gobierna en la Risueña,
y lo primero que ha hecho
es quitar todas las vedas.

Ya no sale por la calle
saludando al que se encuentra,
ha convertido en su coto
el término de la aldea.

Con sus garras afiladas
y sus colmillos de fiera
persigue a los moradores,
declarándoles la guerra.

El rótulo de la entrada,
donde ponía  Risueña,
con una negra pintura
lo han cambiado por Tristeza.

Es que ha aprendido este gato,
de los hombres que gobiernan
este país desdichado,
sus artimañas y tretas.