No me vencen las armas que dan muerte
ni el hombre violento asustará mi alma,
ni el huracán me quitará la calma
ni el temporal desbordará mi mente.
Yo he vencido peligros de tal suerte
que refuerzan los muros de mi casa,
protegida con murallas almenadas
que la transforman en bastión fuerte.
Pero hay algo que a mi alma debilita
y la domina sumisa y obediente,
transformando en atracción su rebeldía.
Es la vida del hombre que milita
por el recto camino, y, que con suerte,
compartió con la bondad su compañía.
sábado, 15 de diciembre de 2012
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