Manadas de toros bravos,
los que dan juego en las plazas,
los que en las noches de luna
el maletilla resabia.
Pacen libres por el campo,
en la dehesa, sin trabas,
sin establos que limiten
su libertad legendaria.
Los rayos del sol los curte
y fortalece su raza,
y la nieve del invierno
pinta de blanco su cara.
No tienen más compañía
que el mayoral y su jaca,
que galopa entre sus cuernos
para arrear la manada.
Solamente las encinas,
descubiertas y sin capa,
retan con gran poderío
a los astados de casta.
La manada vive sola,
nadie se atreve a turbarla,
sólo las aves se atreven
a desafiar su templanza.
Toros de lidia bravíos,
uros de muy bella estampa,
no tienen otra razón
que dar su vida en la plaza.
miércoles, 9 de enero de 2013
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