La niña lava la ropa
en la ribera del río,
y el agua acariciar quiere
sus blancas manos de armiño.
Pero desea que no rompa
su claro espejo fundido,
para mirar su belleza
y de sus ojos, el brillo.
Los peces que lleva el agua
no quieren pasar el río,
se quedan a contemplar
de la niña, su corpiño
Los largos juncos, que viven
en las isletas metidos,
alargan sus finos cuellos
para contemplar unidos
a la nueva moradora,
que tiende piezas de lino
sobre sus verdes penachos,
y canta con dulces trinos.
Las adelfas que en las aguas
tienen sus tallos cautivos,
ofrecen sus bellas flores
a cambio de su cariño.
Cuando la niña se marcha
camino de su cortijo,
el río se deshace en lágrimas,
porque su reina se ha ido.
martes, 19 de marzo de 2013
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