No me hagas esperar más a tu puerta,
contando las estrellas de la noche,
ni esperar a que el sereno retorne
y abra tu morada antes que amanezca.
No soy ladrón furtivo que pretenda
robarte en las tinieblas; tu reproche
no lo podrá soportar mi alma noble
ni recibir de ti como respuesta.
Sólo quiero, complacido, obsequiarte
con el don más hermoso que atesoro,
porque yo jamás podría engañarte
donándote oropel en lugar de oro,
sino que mi corazón quiero darte,
aunque yo no consiga lo que adoro.
miércoles, 27 de marzo de 2013
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