He pasado muchas puertas
a lo largo de la vida,
y presiento que ya pocas
se abrirán en mi vigilia.
Puertas estrechas y bajas,
ventanucos parecían,
y a corredores estrechos
y sombríos, conducían.
Puertas enormes de hierro,
inexpugnables, altivas,
guardadas por vigilantes,
y que miedo me infundían.
Puertas deformes y viejas
de barrotes construidas,
antros obscuros guardaban,
que mazmorras parecían.
Puertas modernas, de vidrio,
sin gracia y sin armonía,
que taponan las paredes,
muy vulgares y anodinas,
Puertas hermosas, de piedra,
hechas con arte y maestría,
que tardas en penetrar,
porque te recrean la vista.
Puertas sencillas de pueblo
con olor a pino y riga,
abiertas a la amistad,
que te dan la bienvenida.
Puertas diáfanas, blancas,
puertas de casas amigas
que te invitan a pasar
con júbilo y cortesía.
Puertas de tu hogar querido,
fiel recinto de alegría,
que la luz hace que pase
y custodia a tu familia.
martes, 23 de abril de 2013
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