Ya no se ni lo que siento,
cuando, en la noche enlutada,
me retiro a mi aposento
y repaso mi jornada.
¿Siento inquietud o temor?
¿Nostalgia de la alborada?
Porque el ocaso presiento
que, quedo, ya me reclama.
Miro la luna de frente,
y las estrellas doradas,
que llevan por las galaxias
su luz que nunca se apaga.
Siento la vida presente
y valoro la pasada,
los valores que servían,
hoy pienso no valen nada.
Afanes necios ya idos,
metas vacías sin alma,
ambiciones pretenciosas,
por bellas gemas, cambiadas.
Clarividencia postrera
sopla la seca hojarasca,
descubriendo los filones
de nuestra vida dorada.
No cambies cosas por vida,
su valor jamás alcanza
al trueque que realizamos,
dándolo todo por nada.
sábado, 26 de septiembre de 2015
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