El mirlo de mi jardín
Viene a mi jardín un mirlo
buscando larvas e insectos,
y, al llegar la primavera,
anida en el nisperero.
Parece el hombre del frac,
todo vestido de negro,
arrogante y presumido
se posa sobre el alero.
Me ha tomado confianza,
porque nunca le molesto,
y en recompensa, él me paga
cantándome sus secretos.
No le gusta la ciudad,
ni tan siquiera los pueblos,
pero cual pobre emigrante,
no le queda otro remedio.
Se queja de los humanos,
de que no tienen cerebro,
que dejan el paraíso
y se encierran prisioneros,
formando masas inmensas
sin tranquilidad y sosiego,
respirando carbonilla
entre alquitrán y cemento.
Se queja que lo han echado
de su bosque verdinegro,
y ha tenido que emigrar
para buscar su sustento.
Triste se siente este mirlo,
enlutado y descontento,
y para compensar su mal.
en mi jardín yo lo dejo.
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