Campos de mi Andalucía,
horizontes no contados,
llanos y lomas florecen,
verdor ofrecen tus prados.
Viejos olivos de siempre,
ejércitos alineados,
canto de ingentes chicharras
llenan el campo en verano.
Mieses doradas que pinta
Helios con sus rayos blancos,
pinceles de caña y cristal,
paisajes de agros dorados.
Viñedos envejecidos
son protegidos por Baco
de las flechas incendiarias
y de tórridos venablos
Perlas doradas se juntan
formando racimos gualdos,
luz ocultan los cristales
que al firmamento han robado.
Satélites amarillos
cubren tus fértiles campos,
vigías del sol naciente
hasta llegar a su ocaso.
Bosques poblados de encinas,
son druidas encantados
que se vistieron de verde
sobre un pilarete pardo.
Campos de fuego y escarcha,
de contrastes y de encanto,
de arroyuelos bulliciosos
y de montecillos blancos.
Sierras teñidas de negro
alfombradas con esparto,
con pizarras renegridas
y densos granitos claros.
Andalucía campesina,
cuadro de colores pálidos,
vergel de oliva y encina
que Ceres se ha reservado.
miércoles, 31 de agosto de 2016
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