sábado, 3 de septiembre de 2016

"Efimeridad"


Oteando desde mi vieja atalaya,
contemplo las montañas de la vida,
cómo el tiempo redondea sus colinas,
aplanando el paisaje y sus murallas.

Sin máquinas de guerra que destruyan
las corrientes, las praderas y la ribas,
cambiando sus vestidos cada día,
renovando sus sandalias y sus sayas.

Pues nada permanece en esta vida,
el tiempo se lo lleva y arrebata,
y lo cambia por nuevas melodías.

Todo cambia, las ciudades y las vías,
porque nadie de esta mutación escapa,
aunque se aferre a su vida cada día.

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