Se ha acabado el caminar
y probar nuevos senderos,
mi ruta se ha terminado,
mi camino está completo.
He llegado, aunque cansado,
a la cumbre del deseo,
a las montañas azules,
a la placidez del cielo.
Sólo quiero contemplar,
meditar, y, entre recuerdos,
tener una doble vida,
la real, y el pensamiento.
Se acabaron las batallas,
las angustias de otros tiempos,
las ambiciones vacías,
las prisas por llegar presto.
Dejar que pasen los días
como corceles de ensueño,
sin bridas que los apresen,
pues demasiado corrieron.
Observo desde la altura,
mientras el valle contemplo,
los caminos recorridos,
las veredas, y los vientos,
los campos que recorrí
con esfuerzo y con denuedo,
creyendo que conseguía
la felicidad sin cuento.
Pero no, todo era lucha,
y la lucha no es consuelo,
la armonía de la vida
es la paz del hombre bueno.
Ya me toca descansar
en la cúspide del tiempo,
liberarme del deber,
de ese señor tan severo.