Siete alazanes trotando
bajan de sierra Morena,
sus jinetes, bandoleros,
ceñidos por fajas negras.
Con espuelas afiladas
y la manta travesera
arcabuz a las espaldas
y en su pecho una guerrera.
Cetrinos rostros enjutos
bien curtidos en la sierra,
gorra montuna los cubre,
de los rayos los preserva.
Dejan sus cuevas obscuras
ocultas en la floresta
y a vengar bajan al llano
a ajustar alguna cuenta.
Las gentes los ven pasar
por sus puertas entreabiertas
todos saben donde van,
no hay vivo que no les tema.
Al paso doblan la esquina,
es la hora de la siesta,
van buscando al delator
del cortijo de la Teja.
Pululan por los caminos
augurios de muerte negra
presagiando cruel destino
para el que habita en la Teja.
No perdonan la traición,
su decisión poco espera,
ojo por ojo es su ley,
la venganza su bandera.
Enfundando sus puñales,
al trote, el pueblo atraviesan,
vuelven de cumplir un rito,
el rito de su sentencia.
Han sembrado en el cortijo
semilla de parca ciega,
campo de luto y dolor
lágrimas que el viento riega.
Van subiendo los jinetes
camino de sierra Morena,
perdiéndose en laberintos
hasta llegar a sus cuevas..
.
lunes, 23 de noviembre de 2009
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